Mi historia es la siguiente…
Hace un par de años atrás – aún recuerdo entre suspiros como comenzó todo – de la manera menos convencional, y para muchos quizá pueda ser la menos adecuada, pero en mí producía satisfacción.
Un día cualquiera se hacía diferente tan solo con verlo, su mirada en mí, me hizo entender que para amar no era necesario dialogar, me inspiraba tranquilidad, su presencia me llenaba y cuando coincidíamos en un sitio cualquiera y sentía que nada me importaba, solo esa mirada especial.
Al pasar el tiempo y entre los afanes del día a día nuestra rutina nos hacia coincidir constantemente. Hasta que un día cualquiera, me dijo:
– ¡Hola!
Sentí que el mundo finalizaba allí en ese momento, ya que era jamás habíamos cruzado palabra, solo nuestras miradas mostraban cierto interés el uno por el otro.
¿Alguna vez han escuchado algo llamado química?
Pasa que si existe, hay razón donde dejas de razonar, solo un saludo y de pronto me veía intercambiando números telefónicos y se fue luego de una agradable conversación, conociéndonos más pasaron los días ente conversaciones repentinas; hasta que me invitó al cine. Confieso mis manos sudaban, tanto que no podía escribir y le dije que ¡Sí!
Ante tantas expectativas, se fueron haciendo frecuentes los encuentros hasta que un día cualquiera me dijo:
– «Quiero mi mundo contigo»
No sé si fue amor a primera vista, porque amar es cuando ya nos conocemos y hasta sus defectos me parecen perfectos. Me ha hecho feliz, me hace feliz y agradezco tenerlo como parte de mi vida. Desde luego el tiempo ha transcurrido y no me arrepiento de nada al contrario día a día veo como ambos ponemos un granito de arena más y le ponemos más ilusión, y aunque el tiempo pase, lo sigo viendo con los mismos ojos de amor y la misma mirada que solo era parte de el.
Ver como el apoya mis logros, metas y mi complemento en la vida, nuestras familias están contentas pues dicen que ambos nos devolvimos la felicidad y es que cuando alguien te hace mejor persona sabes que esa persona debe ser parte de tu vida.
A Dios le agradezco día a día, por la gran bendición de tener a este maravilloso hombre que me equilibra la vida y balancea mi mundo, me hace mejor persona y acepta cada uno de mis errores.
Angélica.