La primera historia de amor que nos llega, pertenece a Mariela y Francisco – quienes prefieren mantener sus nombres bajo el anonimato – ella nos relató lo siguiente:
Nuestra historia comienza cuando apenas tenía 15 años, como todo joven él estaba atraído por mí, su personalidad era la de un joven lleno de aventuras.
Yo hija de una de las profesoras de biología y química, me sentía muy confundida ante el arrebato de él, quien sin decoro me pidió ser su novia. Aunque nos veíamos todos los días, yo ni me había percatado de su presencia en el colegio. A sabiendas del peligro que significaba el que mi mamá (la profe) se enterará y me matara por solo andar pensando en chicos, le dí el sí, total tampoco era que me desagradara la idea.
Mientras tanto el en su mente traviesa planeó con unas compañeras del salón una sorpresa, hizo que mis amigas me buscaran y me dijeran que debía ir al salón porque la profesora guía me esperaba allí, y quería con urgencia hablar conmigo, llena de preguntas me dirigí al salón; para mi sorpresa, él estaba solo en el salón – ¡Qué mentiroso! – pensé.
En ese momento me dice, que solo quería decirme que si realmente eramos novios, yo debía darle un beso. Pero, ¡Yo no sabía besar! – solo lo poco que había visto en las novelas – y me aterró la idea. Sin embargo, la timidez de él fue tan grande -inserte la ironía – que se aventuró a darme un gran beso, muy grande, con todas las sorpresas que tiene un gran beso – su grande, húmeda e invasiva lengua- me asusté, pensé que estaba loco, salí corriendo y terminamos.
La sorpresa en el tiempo.
No fue sino 18 años después cuando un amigo en común nos unió, aunque ninguno estaba en conocimiento de la vida del otro, nos volvimos a encontrar en un reencuentro de promoción de Cuarto año. Allí conversamos largamente, intercambiamos contacto, ya que yo necesitaba un servicio que él realizaba para mi trabajo, y allí continuó todo; de pronto sin tantos miedos como esa niña de 15 que se aterró, y salió corriendo, y tal vez con otros que 18 años de historias de vida sumó a mi vida.
Pero las conversaciones fueron constantes, largas, cómodas, divertidas y luego vino la música, el comenzó a hablarme a través de canciones, y de una forma muy romántica comenzó a darme a entender que su interés en mí seguía y más aún a mi me encantaba él, la música fue nuestro lenguaje, hasta la actualidad el sigue hablándome a través de temas maravillosos.